Enseñame a conjugar...

Se conjugó el tiempo, el sonido, el intento y la tinta se pausó, se quitó de la hoja para transportarse a la piel; en la piel se llenó de magia, de un trazo lento, impaciente y nervioso, se llenó con el máximo suspiro y se extendió el aire para que la línea no se temblara, se atrevieron los sentidos, se acomodó el cabello, largo, eterno como su sonrisa, se concentró la noche y limpió mis labios, se recostó su mirada cuestionando, y levantó a la mía con su aliento espaciado, ya no había que decir, ya no habia diferencia entre los dos, ya la soledad se disminuia, el sueño no soñado comenzaba a temblar, ya no se contaban los segundos, ya el silencio no se callaba más, en una sola expresión se hablaba, con un solo gesto platicaba de más, su pensamiento se nubló y no pensó en lo que vendría, no había laberintos que cruzar, no había dudas que explicar, porque mis dudas se me olvidaron desde aquel primer día que su abrazo me encontró, porque sus dudas… sus dudas se escondieron tras de mi, porque su gesto perdido me enloqueció, porque su “no” increible se contaminó de credibilidad, porque su “no” fue un “sí”, porque su cabello que se enredo a mi cuerpo no me deja mentir, porque esa sonrisa de luz, se encendió el día que agachado a su hombro, y adorando su piel, levantamos la mirada para vernos y cerrando los ojos dejamos que la vida no se contara igual…